miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un té de boldo que intenta darle besitos en el cuello a mi acides, el Martín Fierro abierto en la segunda pagina y la gata acostada encima, pasándose a José Hernández literalmente por el culo. El block de dibujo tiene un unicornio que dibujé para montarme a Kant, un CD de los Beatles que le regalé a mi papá para escucharlo yo y la televisión prendida para sentirme acompañada mientras describo el ecosistema que se formó alrededor en estos días que voy de la cama al escritorio.
Le rasco el cuello a María Juana y pienso que ahora podría estar bronceada, pero más loca que bronceada. Haber dejado la escuela me está poniendo amarilla, amarilla pero también ventilada.


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